NADA MÁS QUE
“La notoriedad produce dividendos para todos, democratiza hasta las más chocantes aberraciones y aunque lo íntimo se conciba como aquello de lo que el sujeto sólo es responsable, la publicidad y los medios informativos pueden llegar a incluir dentro de su oferta de intimidad la estupidez de quienes, por uno u otro motivo, han perdido la conciencia de su propia dignidad[…]”[1]
Nada más que la verdad es un programa que se emite en las noches de lunes a viernes por el canal Caracol. El programa consiste en que un sujeto escogido entre muchos que se presentan se someta a responder con “nada más que la verdad” una serie de preguntas, que con anterioridad se han hecho con un polígrafo garantizando que las respuestas que dé puedan ser desmentidas o aceptadas, ante un público invitado y ante millones de televidentes. El programa goza de un alto reating, lo que indica que tiene bastante aceptación entre los espectadores.
El programa logra que una persona cuente ante todos su vida íntima, convirtiéndola en pública. Recordemos que puede convertirse en información pública, sólo aquella información que la persona libremente cuente y que sea de interés común.[2] Pero entonces ahí viene uno de mis primeros interrogantes: ¿Lo que cuentan las personas invitadas al programa es de interés común? Hasta qué punto los colombianos y colombianas disfrutamos con la vida íntima de otras personas, que en muchos de los casos, por lo menos en el programa mencionado, trae consigo consecuencias en las que hay implicadas más personas. Pareciese que la vida sentimental, sexual, laboral e incluso espiritual de una persona nos satisficiera y nos interesara hasta el punto de hacernos pensar que dicha información es de interés común para todos y debe ser publicada. Pero entonces, ¿quién determina en los medios de comunicación que información debe ser de interés común y por lo tanto información pública?; “El punto de vista del observador parece garantizar, gracias a la perspectiva de una tercera persona, un especial grado de objetividad del juicio, pero en realidad no es apropiado para enjuiciar la cuestión de si determinada acción o normas son de interés general o contribuyen al bien común”.[3]
Es evidente que los realizadores del programa tienen dentro de su pensamiento ético el de defender la verdad, desde mi punto de vista, sin importar a través de qué se logre y sin importar las repercusiones que puedan caer sobre la persona que divulga libremente su información íntima. Como lo entiendo de acuerdo con lo que Cristina Palacio, vicepresidenta de Desarrollo de Caracol. Sustenta: “Le enseñamos a la gente a valorar la verdad, porque en nuestra sociedad la mentira se convirtió en una realidad aceptada. Lo que pasa es que la gente se fija más en las preguntas sexuales”.[4]
No quiero decir con esto que el programa rompa normas o reglas, pues como lo dije en un párrafo anterior. Es totalmente legal revelar datos de la vida íntima de la persona, desde que ella dé su consentimiento libremente, pero dado el caso, el informador debe consultar el interés público. Con esto tampoco quiero decir que a los televidentes no les guste el programa, pues los puntos de reating certifican lo contrario. Sin embargo, “Tras el deseo de aparecer, de ser conocido por todos hasta en las reconditeces más íntimas se esconden intereses divergentes, pero siempre hay una ganancia, la quese deriva de existir en el mundo de los mortales aunque sea en una forma chocante y escandalosa”.[5]
Sí, de show escandaloso y chocante, califico el programa Nada más que la verdad. Es un programa que lo único que hace es aprovecharse de una situación para beneficiarse económicamente sin importar la vida de la persona, bajo la excusa de “Defender y descubrir la verdad”. Pero, ¿esa verdad a cuántas personas realmente les interesa conocerla, más allá de satisfacer el “boyerismo” y amarillismo en el que caemos a veces la mayoría de colombianos? El programa puede ser legal pero no legítimo. No es un programa del que nos podamos beneficiar todos y todas, pero por el contrario puede afectar a algunos. ¿Cómo garantizar que la información que se presenta ante las cámaras no es manipulada?
En palabras de Habermas diría: “Lo que se somete a juicio público consigue “publicidad”[6], “para los medios de comunicación de masas la notoriedad pública ha variado evidentemente sus significado. De una función de la opinión pública ha pasado a ser un atributo de aquello que precisamente atrae a la opinión pública”[7] pero en este caso, ¿el programa que opinión pública ha tenido? Realmente, ¿Ha sido una opinión pública crítica?
[1] Intimidad e información pública. Facultad de Comunicación Social. Universidad Pontificia Bolivariana. 1998. P. 16.
[2] Ibíd. P. 15
[3] HABERMAS. Aclaraciones a la ética del discurso. Ed. Trotto S.S. Madrid. 200. p. 38
[4] En: El Colombiano. Nada más que la verdad, el fenómeno televisivo.
[5] Intimidad e información pública. Facultad de Comunicación Social. Universidad Pontificia Bolivariana. 1998. P. 11.
[6] HABERMAS. Historia y crítica de la opinión pública. La transformación estructural de la vida pública. Gustavo Pili, México. P.63-64.
[7] Ibid. P. 42.